Su colegio estaba en un barrio marginal de Zaragoza y sus alumnos no sabían leer y había un gran absentismo. Este es el panorama que se encontró César Bona cuando llegó al colegio Fernando el Católico. En lugar de tirar la toalla, César usó el ingenio para ganarse a todos los niños.
Lo primero que hizo fue este maestro es pedir a los niños que le enseñaran a tocar el cajón. Tras ganarse su respeto se le ocurrió que la mejor manera de enseñarles a leer era aprendiendo una obra de teatro. Los niños dejaron de faltar a clase e incluso iban antes de tiempo para ensayar.
La obra de teatro le motivo tanto que cuando dentro del aula se producía algún conflicto entre ellos, César les pedía que ensayaran. En ese mismo momento olvidaban sus diferencias y trabajaban juntos. Luego se sentaban en sus pupitres y volvían a sus cosas.
Esta entrada aparece primero en: teinteresa.es | publicada día: 24/01/2015