Fabiana Pérez – 22 de noviembre de 2016
Fabiana Pérez es Psicóloga, Terapeuta Gestalt, facilitadora en constelaciones familiares, y colabora en formación de acompañamiento emocional. Forma parte del equipo de Verónica Anton en el “Centre d’Acompanyament a la infancia i la familia”.
Antes de reflexionar sobre cómo acompañar a nuestros hijos en su desarrollo sexual, es importante hacerlo sobre dónde nos situamos nosotros en ese aspecto, cómo nos comportamos cuando vemos alguna conducta relacionada con la sexualidad:
- Reprimo? (“No hagas”, “No toques”, “No digas”, “Esto es malo”)
- Permito? (somos abiertos, no ponemos límites, no nos involucramos)
- Afirmo? (Apoyamos saludablemente que nuestros hijos puedan vivir la sexualidad de manera flexible, y les ponemos límites cuando es necesario)
La sexualidad forma parte de nuestra vida entera, no aparece sólo en una etapa concreta de nuestra vida. Aparece desde el nacimiento del bebé: el querer, proteger, cuidar, aceptar, confiar… son palabras para fomentar una sexualidad sana; el apego materno también lo fomenta.
Tenemos que tener en cuenta que la sexualidad está enmarcada dentro de un contexto social y cultural, y que dicho contexto va variando con el tiempo. Lo que vivieron nuestros abuelos, lo hicieron en otro contexto., por lo que cómo respondemos ahora no tiene por qué corresponderse con cómo lo vivimos nosotros en nuestra infancia/adolescencia. También existe una microcultura (por ejemplo, la que afecta a nuestro propio barrio) y una macrocultura (por ejemplo, la europea).
Es recomendable que antes de plantearnos cómo tratar la sexualidad con nuestros hijos nos hagamos nuestra Biografía Sexual: hacer un recorrido por nuestra historia, ver cómo ha sido, qué recordamos de nuestras experiencias en este aspecto (cómo nos educaron, qué sentíamos en cada momento). Tenemos que tener esas experiencias muy presentes para tener menos vergüenza, menos miedo, y además nos servirá para sanar cosas del pasado.
La fisiología del placer forma parte del ser humano. Incluso dentro del vientre materno, donde el bebé siente el latido de su madre, ya existe un placer fisiológico. Los niños sienten deseo, se excitan, y esto irá cambiando con cada etapa, y en alguna de ellas no será algo visible.
Conociéndonos, aceptándonos y respetándonos, podremos acompañar mejor a nuestros hijos. Y esto lo haremos favoreciendo las preguntas desde un espacio rico, donde los adultos hablen de temas de sexualidad, por ejemplo:
- Que tengan contacto con embarazadas y bebés (favorecemos que pregunten “y cómo se ha metido el bebé en la barriga?”, etc.
- Teniendo acceso a libros, esto ayudará a crear situaciones que permitan el diálogo. No hace falta que le demos expresamente un libro, simplemente dejarlo a su alcance, para crear la posibilidad de que pregunte cuando el niño muestre interés por ese libro. Que un niño pregunte es muy sano, y comporta que el niño aprenderá, y por tanto estará menos expuesto a abusos. Es importante que siempre se le dé una respuesta; si nosotros no se la damos, lo preguntará en otro sitio; y si no sabemos algo, lo mejor es que le digamos que no lo sabemos pero que buscaremos la respuesta, que nos informaremos. Le tenemos que transmitir que nuestro canal de comunicación está abierto.
- Hablar en positivo. A menudo el enfoque está en evitar riesgos y se obvia el placer, pero no hay que centrarse sólo en prevenir. Se puede cuidar sosteniendo el placer.
Hasta los 2 años
La sexualidad aparece con el contacto, con la piel, con la madre (besos, caricias, risas, cosquillas, masajes, el baño, amor, acunando, cantando…).
En la infancia no hay significados adultos, no existe fantasía, sino que el niño funciona mecánicamente (estímulo y respuesta), el niño no ha pasado por la etapa de genitalidad, sino que simplemente juega (algo tan sencillo como “me toco, me gusta”).
Respetar el NO del niño ante una muestra de afecto en público es muy importante. Por ejemplo, en el caso de dar besos a familiares y/o amigos que vienen a casa, o cuando paseamos y un adulto que el niño no conoce le toca la cabeza al niño, etc… Cuando el niño muestra una actitud arisca, sólo se está defendiendo con su cuerpo, es un mecanismo de defensa. No es que sea maleducado, ni es falta de respeto, sólo está diciendo que necesita más tiempo para dejar que esa persona le dé un beso, le abrace o le toque la cabeza. De este modo, cuando el niño tenga que poner límites y evitar abusos, el niño será más claro.
ETAPAS DE SEXUALIDAD EN LA INFANCIA
De 0 a 2 años
El cuerpo está capacitado para sentir, y sirve para comunicar y expresar afecto. Se dan sensaciones placenteras pero también displacenteras (como cólicos, eructos, dolor de oído, miedo, frío, hambre…). Conviene fomentar más las placenteras. El placer une e integra, y el displacer rompe.
Se dan las primeras experiencias de satisfacción: oralidad, exploración del mundo a través de la boca (lactancia, chupar el dedo, …). A través de la boca es desde donde entra al mundo. Incluso se puede dar la presencia de erecciones (mamando, durante el momento del baño…).
En esta etapa hay que nombrar todas las partes del cuerpo, porque sólo nombrándolas el niño sabe que existen. Por ejemplo, cuando le secamos tras el baño “… y ahora te estoy secando la vulva”. Para que no sean partes ocultas hay que mencionárselas. Culturalmente se le pone apodo a los miembros genitales (por ejemplo, titola en vez de pene). Hay que tener en cuenta que el niño percibe nuestra reacción, nuestro tono de voz. Si pregunta, podemos aclararle sus dudas, pero ¿y si no pregunta? Al niño debemos dejarle claro que el nombre real es pene, no titola.
El autoerotismo global oral y genital (el placer que nos damos a nosotros mismos) también se dará en esta etapa, cuando el bebé no tenga puesto el pañal, se tocará y sentirá placer.
También el erotismo compartido con la madre (el vínculo primario o enamoramiento). No necesariamente tiene que ser con la madre, será con quien ejerza la figura del apego. Es compartido porque la madre también lo siente (el niño estimula y la madre genera leche).
A partir del sexto mes, el bebé empieza a tener consciencia de su cuerpo. Se da cuenta de que él no es su mamá, y de que su cuerpo tiene límites.
De 2 a 4 años
En esta etapa hay que ponerles límites, pero sin pasarse. El placer lo encuentran ensuciándose en el parque de barro, o llenándose de pintura, o mojándose en una fuente.
Hay que escucharlos, valorarlos, resaltar sus logros, y así fomentaremos su autoestima (esto afectará también a la sexualidad).
Entre los 3-4 años descubren las diferencias físicas, y hacen distinción de género, distinguen entre niños y niñas (“yo no tengo lo que tú tienes”). Es un gran descubrimiento para ellos. Para ellos, lo que veo es lo que existe; si no lo veo, no existe.
Se vuelve a fomentar la autoexploración, con la retirada del pañal. Tendrán sensaciones placenteras, pero aún sin significado adulto.
En esta etapa es conveniente que le hagamos entender la sexualidad desde la esfera de la intimidad, y no desde lo prohibido. Hay que dejarle su espacio, no hay que decirle que no lo haga, sino que no lo haga delante de los demás (“Sé que te lo estás pasando bien, pero no lo tienes que hacer delante de todo el mundo”). Está claro que debe ser así ante terceros, pero por ejemplo si a nosotros también nos molesta que lo haga en el comedor, le tenemos que decir “Está bien que estés pasándotelo bien con tu juego, pero hazlo en tu habitación porque no todos quieren jugar al mismo juego que tú”.
También es momento del autoerotismo entre iguales, ya que a veces estas exploraciones las hacen cuando juegan con otro niño. Si la diferencia de edad es inferior a 1 año y medio, se puede considerar que juegan a lo mismo, y también se les puede decir que jueguen en su habitación, en la intimidad. Nosotros también tenemos nuestra intimidad, y no podemos hacer cosas ante los niños si a los niños les molesta. ¿Y qué pasa si “juegan” dos niños o dos niñas? Si a nosotros nos incomoda, ¿cómo actuar? Para ellos es sólo un juego, pero si nos molesta le tenemos que decir “A mamá no le gusta”; no hay que decir “esto está mal”, hay que especificar que es a nosotros a quien no nos gusta. Una opción es que esta conversación la tenga con el niño un adulto a quien no le molesta o no se violente ante esta situación. Según lo que le digamos a nuestro hijo, ¿le podemos llegar a despistar o confundir? Lo ideal es ir en concordancia con los tiempos y ver que eso es normal, que el niño se lo encontrará en la vida cuando sea mayor, quizás no en su propia vida pero verá que a su alrededor son cosas que pasan. Si la diferencia de edad es superior al año y medio, hay que ir con más cuidado. En general no es bueno que jueguen a juegos de autoexploración, aunque dependerá del niño. Para la exploración compartida es necesario que ambos estén de acuerdo.
En esta etapa también empezarán a sentir curiosidad por el cuerpo desnudo de sus padres. Hay que responder sus preguntas, no esquivarlas.
Empiezan a aparecer otras personas diferentes a mamá, y a partir de los 3 años se inician los juegos sexuales infantiles (médicos, novios,…), son juegos que sirven para explorar el mundo adulto. En el juego de médicos, por ejemplo, uno explora y otro es explorado; hay que vigilar que vayan cambiando los roles, y que cuando uno de los dos no quiera jugar, ahí se termina el juego.
De 4 a 6 años
En esta etapa afianzan su identidad sexual.
Se sigue dando la masturbación infantil. Le seguiremos diferenciando entre lo público y lo privado (ya que sigue sin haber simbología adulta). Estaremos atentos a que no sea el único juego del niño.
Los juegos sexuales se pueden seguir permitiendo siempre que sea con el consentimiento de ambos niños y en edades similares.
Sus preguntas versarán sobre el funcionamiento del cuerpo, las diferencias entre niños y niñas y la reproducción (¿por dónde sale el bebé?). Hay libros que ayudan a responder estas preguntas.
De 7 a 12 años
El límite superior de esta etapa, el de los 12 años, quizás en las niñas, o dependiendo del niño, puede ser los 9 años, ya que es frecuente la precocidad.
Es momento de la asimilación de las normas culturales (hay cosas que están permitidas en un ámbito y hay cosas que no). En esto influyen las normas escolares.
Otras características de esta etapa:
- La exploración se da en dos niveles: con todo el cuerpo y a través del pensamiento (aunque sigue sin existir en general fantasía adulta).
- El erotismo se comparte entre iguales.
- El autoerotismo se vive en la intimidad.
- Existe un fuerte vínculo entre iguales.
- Se dan los primeros enamoramientos.
- Los grupos se separan por géneros.
Sabremos si existe o no fantasía fijándonos en su día a día. Dependerá mucho del contexto, de lo que oye, de lo que ve y de su propia maduración física.
¿Qué hacer si “pillamos” a nuestro hijo de 11 años masturbándose? Si lo hace a puerta abierta (porque aún no sabe que eso hay que hacerlo en la intimidad), sólo hay que decirle “Cariño, cierro la puerta”. O si nos pilla a nosotros “Cierro la puerta porque esto es algo que vivimos papá y yo en la intimidad, nos lo pasamos bien pero es algo entre papá y yo, igual que tú lo vives en la intimidad”.
De 12 a 18 años
A esta edad la infancia llega a su fin. El niño vive un duelo por la pérdida del cuerpo y condiciones infantiles (se acaba el mundo mágico).
En el caso de los niños, los órganos reproductores alcanzan el tamaño y función que tendrán en la vida adulta. Se da la primera eyaculación, no de semen pero sí sale un líquido.
Y en el caso de las niñas aparece la menarquía (primera regla), y con ella la capacidad de reproducción. La niña se da cuenta de que su cuerpo está preparado para tener un bebé (esto puede provocar depresión, agresividad, … puede ser un shock).
La edad del pavo no es una tontería, le está pasando algo y ni siquiera él/ella sabe lo que es.
Aparecen caracteres secundarios: pecho y ensanchamiento de caderas en las niñas, vello púbico, granos, …
Se pueden dar crisis de identidad. Se produce una fuerte transformación corporal y emocional: intimidad, mirarse, meditar (quién soy yo?).
El autoerotismo está centrado en la masturbación, y ahora ya sí que existe fantasía.
El erotismo se comparte entre iguales. Precisamente este grupo de iguales sobra ahora mucho protagonismo, mientras que se da una separación de las figuras paternas y enfrentamientos con ellas, ya que escuchan más a sus amigos y profesores que a los padres; se buscan a sí mismos y saben que no son como sus padres, por eso buscan figuras distintas a sus padres para encontrar semejanzas con ellos y encontrarse a sí mismos.
El enamoramiento en esta época ya es más cercano al mundo adulto.
Se encuentran grupos de hombres y mujeres desde la pertenencia al género.
TURNO DE PREGUNTAS
1.- ¿Cómo explicar a los niños el límite de lo que es sano y cómo prevenirles? -> Lo que hay que preguntarles es si les gusta o no les gusta. En caso de que el niño sea más reservado y no nos lo diga, tenemos que estar bien atento a cualquier síntoma que indique que existe displacer. Si un niño es respetado desde pequeño, el niño se hará respetar. Es algo que tenemos que transmitir con el ejemplo. Si vemos que un niño es muy confiado, hay que ser más precavido (por ejemplo, si un niño quiere ir a casa de alguien a quien no conoce demasiado). Hay que dejar claro que nadie puede tocar su cuerpo sin su consentimiento, pero lo ideal es no tener que verbalizarlo sino irlo demostrando día a día con el ejemplo. Lo importante es el trabajo previo, fomentar la autoestima.
2.- Un niño que dice que una niña no juega con él porque ya no son novios, y él está afligido. Simplemente hay que decirle que era un juego y que ahora ella ya no quiere jugar.
3.- ¿Cuándo aparece la homosexualidad? Lo recomendable es no etiquetar. Aunque parezca que a una edad temprana hay evidencia de homosexualidad, hay que dejarlo que madure, hasta la adolescencia no se ve claramente.
LIBROS RECOMENDADOS
- “Educación sexual para niños: una tarea sencilla”, de Carlos de la Cruz, M. Romo y Verónica Fernandez Viñuales
- “El acompañamiento de la sexualidad en los primeros años de vida del niño”, de Verónica Antón, publicado en su web.
- “La crianza feliz”, de Rosa Jové
- “¡Es alucinante!”, libro recomendado para leer con nuestros hijos, de Harris R.