Los cambios culturales no se logran a golpe de decreto, según la Conselleria
La Vanguardia | 11 Apr 2019 | CARINA FARRERAS
La mirada de maestros y profesores sobre la educación de todos los alumnos, indistintamente de sus capacidades, es uno de los ejes fundamentales para lograr una escuela inclusiva. En las jornadas celebradas ayer en el Paraninfo de la UB y organizadas por Aspasim en su 80 aniversario, destacó que la inclusividad en la escuela hoy depende mucho del docente que le “toque” al niño cuando el objetivo es avanzar hacia la integración de toda la infancia. La subdirectora de Educación Inclusiva del Departament d’Educació señaló que “los cambios culturales no se logran legislando”.
“Hay que involucrar a las organizaciones profesionales a la reivindicación de este modelo, no sólo a las entidades que prestan apoyo a las personas con discapacidad”, remarcó el catedrático de Psicología Miguel Ángel Verdugo que impartió la conferencia inaugural de la jornada, en la que destacó que todas las comunidades autónomas están muy retrasadas en el desarrollo legislativo en relación con la Convención Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad.
El Govern admite que el profesorado no estará formado el curso 2020-2021 por la falta de presupuesto
Para Jordi Sunyol, director del centro olotense Joan XXIII, la escuela ordinaria es “segregadora y tradicional”. “Nosotros –añadió– somos receptores de todo aquello que al sistema se le escapa de las manos”. Contó la experiencia de colegios que se sienten aliviados cuando llegan los educadores especiales para que se “ocupen” de los niños con dificultades. “Nosotros conocemos a los niños y a sus familias, conocemos su sufrimiento y su sentimiento de exclusión, si se conociera más, los centros podrían cambiar”, añadió Sunyol. Núria Capellas, subdirectora del centro de educación Aspasim, reivindicó las intervenciones de los centros de recursos (Ceepir) en los colegios que no se limitan a “asesorar”, sino a orientar y ayudar a planificar en las actuaciones ajustadas a las necesidades de cada alumno y en formar a las familias. “Pero 25 horas en la escuela no es una garantía de éxito”, indicó. “Tenemos un apoyo basado en la contención. Si un niño se escapa, corremos a cogerlo –explicó–. Nosotros no estamos para contener sino para ayudar al maestro a que le enseñe a ese niño a ser autónomo”.
La afirmación de que la inclusividad exige una mirada diferente hacia la discapacidad fue compartida por los representantes de las distintas administraciones. No obstante, Reguant admitió que la falta de presupuesto de la Generalitat ha impedido iniciar la formación del profesorado que, según el decreto, debería terminarse en el curso 2020/21. decreto de la escuela inclusiva, que fue aprobado por el Govern en octubre del 2017 no se ha desarrollado. Según el mismo, los centros ordinarios deberían atender a todo el alumnado y recibir el apoyo de las escuelas de educación especial, convertidas en centros de recursos (Ceepsir). No obstante, faltan las instrucciones para que las actuales escuelas de educación especial se conviertan en Ceepsir. “Estamos trabajando en la reglamentación pero no estará lista el próximo curso”, indicó Reguant que anunció que lo que sí estará listo es el mapa de recursos en Catalunya.
En Barcelona, el Consorci d’Educació cuenta con 5 Ceepsir de 32 centros de educación especial, que asesoran a unas 200 escuelas. Rosa Artigal, directora de Acció Educativa, explicó que el objetivo del consorci es que cada una de las 29 zonas educativas en las que está dividida Barcelona cuente con medidas y apoyos para la inclusividad. Y destacó la importancia de los encuentros de profesores en torno a la innovación (Xarxes pel canvi) en los que también participan profesores de educación especial, para cambiar la mirada de los docentes y los centros hacia la discapacidad.