1. ¿Cómo empezó tu historia en la Comisión Inclusiva EB y por qué eres integrante de esta Comisión?
El curso 2019-2020, mi hija mayor empezó P3 en el EB. Noa tiene un TEA, diagnosticado antes de cumplir 3 años, con lo que el EAP hace un seguimiento y algunas recomendaciones para su etapa educativa. El informe que hicieron para la inscripción de Noa en P3 recomendaba que se le asignaran una serie de recursos, unos destinados al centro educativo y otros para ella individualmente. Los recortes en Educación han llevado a considerar estos recursos como excluyentes entre si a golpe de instrucción interna del EAP, a pesar que la legislación estipula que se asignarán todos los recursos necesarios.
Sin ninguna comunicación por parte del Consorcio, la escuela nos informa que Noa sólo va a contar con uno de los recursos recomendados, lo que supone menos de la mitad en cuanto a personal y una reducción de horas respecto a lo que tenía asignado en el primer ciclo de Educación Infantil (de 3 horas semanales pasó a 1 hora).
Por parte de la escuela se intentó impugnar sin éxito la decisión del Consorcio sobre esta autoimpuesta exclusión entre recursos, así como el recorte sufrido respecto a cursos anteriores a nivel de toda la escuela. Esto hizo que nos decidiéramos a sumar esfuerzos con la Comisión que mejor iba a entender nuestra situación. Era algo que teníamos en mente desde el principio, y ver el inmovilismo de la Administración nos acabó de convencer.
2. ¿Por qué una Comisión Inclusiva y cómo se trabaja?
La Comisión Inclusiva, en mi opinión, trabaja para garantizar que todo el alumnado de la escuela EB, sean cuales sean sus necesidades educativas, tengan igualdad de oportunidades en su etapa educativa, así como velar para la mejora continua de la inclusividad en la escuela.
La escuela inclusiva es el modelo a seguir, pero no se ha dotado de recursos suficientes a los centros educativos ni de lejos, por lo que la Comisión tiene mucho que aportar.
Una de las áreas en las que trabajamos es en la formación del profesorado del EB, proponiendo charlas informativas centradas en distintas necesidades educativas específicas: discapacidades visuales, Síndrome de Down, TEA… En este sentido, la coordinación con la Dirección del centro y su buena predisposición es imprescindible.
También estamos en contacto con el resto de Comisiones para aportar la visión inclusiva a las actividades que realizan. Un ejemplo es la coordinación conla Comisión de Fiestas, para garantizar que los eventos que organizan sean lo más inclusivos posibles.
En estos momentos, la Comisión nos reunimos de forma virtual. Vemos qué objetivos nos marcamos, proponemos actividades y acciones para cumplirlos y nos ponemos pequeños “deberes” para cada uno. Es una Comisión pequeña, pero con muchas ganas!
3. En tu opinión, ¿qué debería pasar para que la inclusión fuera real en la escuela ordinaria?
En mi opinión, hay tres elementos fundamentales que no se están cumpliendo para garantizar que la escuela inclusiva sea una realidad. Primero, se deberían reducir las ratios en las aulas, para poder tener una atención más personalizada del alumnado. En segundo lugar, es necesario dotar de recursos a la escuela, sobre todo humanos, según las necesidades reales del alumnado, no según un presupuesto mermado. Y, por último, es necesaria la formación continua del profesorado y demás personal docente para que tengan diferentes herramientas y estrategias para afrontar los retos con que se encuentran día a día.
Con estos elementos, sería viable reducir al mínimo las horas de SIEI, en las cuales el alumnado con diversidad funcional es separado de su grupo para trabajar en un grupo reducido. Con los recursos necesarios, esta segregación se reduciría al mínimo o incluso no sería necesaria.
Un cuarto punto, que ya es para nota, es que se debería desterrar el estigma de las plazas reservadas. Muchas familias hablan de estas plazas en tono negativo, e incluso con desprecio, en las jornadas de puertas abiertas de los centros. Me he encontrado personal docente que, cuando son preguntados por el número de plazas reservadas, después de decir la cifra se encogen de hombros como señalando que “no pueden hacer otra cosa”, perpetuando así la percepción negativa que se les da a estas plazas.
Creo que la respuesta a esa pregunta debería ser “las que hagan falta”, y más teniendo en cuenta que el plan estratégico para Educación es eliminar la Escuela Especial y que todo el alumnado se incorpore a la Escuela Inclusiva (personalmente, no estoy de acuerdo con esta medida). Es más, creo que el concepto de plaza reservada debería desaparecer, porque es cierto que las familias en nuestra situación agradecemos ciertas “facilidades”, pero se podría resolver de otras maneras.
Mientras las plazas reservadas sean percibidas negativamente, la inclusión del alumnado que hace uso de las mismas no será real.
4. ¿Cómo motivar a cualquiera a participar de alguna forma con la Comisión Inclusiva o la inclusión?
La inclusión supone acompañar al alumnado con necesidades específicas con los recursos y herramientas necesarias para que su paso por la escuela sea lo más favorable posible. Esto supone un beneficio para todo el alumnado, ya que estos recursos “extras” no se les resta al resto, sino que siempre suman. Es por este motivo que esta Comisión no sólo la formamos familias con criaturas con diversidad funcional, sino también familias concienciadas con la inclusión.
Todas las voces y todas las manos son bienvenidas, porque cuantos más seamos más fuerza podremos ejercer ante la Administración y más recursos conseguiremos.
También son bienvenidas todas las ideas y experiencias, por lo que si cualquier familia cree que no tienen tiempo para formar parte de una Comisión, si se les ocurre una actividad o acción a favor de la inclusión, siempre agradeceremos que nos la hagan llegar (inclusioampaeb@gmail.com).
5. ¿Qué has aprendido con la Comisión y la inclusión?
Hace poco que formo parte de la Comisión Inclusiva, y tengo claro que aún tengo mucho que aprender del resto de familias que la forman. Lo que más destacaría de la Comisión es la experiencia acumulada, ya no sólo por las propias familias, sino de sus redes de contactos. Entre todas, conocemos a muchas familias en nuestra misma situación, profesionales de la educación, terapeutas de distintas especialidades, y un largo etcétera de profesionales.
Éste es otro de los motivos para alentar a más familias a vincularse de una u otra forma con esta Comisión, para poder seguir ampliando esta red de contactos que nos beneficia a todos.
En cuanto a la inclusión, he aprendido que es un trabajo continuo. Debemos velar por adaptar los espacios, conseguir más y mejores recursos, pero también debemos adaptar nuestra mirada hacia los demás. He aprendido que no podemos juzgar a los demás sin haber recorrido su camino ni llevar sus zapatos, y que la mayoría de veces no es necesario un “esto es lo que debes hacer” sino un “¿cómo te puedo ayudar?”.
La inclusión va más allá de “hacer un hueco” en la clase para el alumnado con discapacidades. Se trata de facilitarles el contacto con sus iguales.
Felicidades por la entrevista. Grandes preguntas y grandes y reales respuestas.